HISTORIAS DEL TOUR
El vasco que ganó el Tour en 1937
Roger Lapebie, natural de Baiona, venció el año de la irrupción de Gino Bartali
El año en que Indurain no pudo ganar su sexto Tour de Francia moría en Burdeos Roger Lapebie, el primer vasco que venció en el Tour de Francia. Lapebie, héroe de la edición de 1937, había nacido en Bayona en 1911. Ese 1937, España se incendiaba en plena guerra civil, pero sin embargo, en la carrera francesa no faltó representación hispana. Varios ciclistas a los que la contienda les había sorprendido en pleno Tour del año anterior, se quedaron a vivir en Francia hasta el final de la guerra. Mariano Cañardo consiguió una victoria de etapa en Ax Les Thermes y Julián Berrendero ganó en Pau. Evidentemente, la prensa española no se hizo eco de esas hazañas.
Pero el protagonista de aquel Tour del 37 fue Lapebie, un ciclista de mucha clase, ganador de la París-Niza, el campeonato de Francia. También llegó primero en 1934 en la París-Roubaix, pero no ganó. Fue castigado por terminar la prueba montado en la bicicleta de un espectador, después de haber roto la suya. Era una reglamentación absurda pero implacable. No se podía cambiar de bicicleta bajo ningún concepto. La transgresión de la norma llevaba como pena la descalificación.
Lapebie era una persona que decía las cosas claras. Tanto que en 1938, por exigir ciertas condiciones para sus compañeros en el equipo nacional de Francia, Desgrange le prohibió participar en el Tour. No pudo revalidar su victoria del año anterior. Lapebie fue también un deportista adelantado a su tiempo. Se convirtió en el primer ciclista vegetariano en una época en la que la alimentación de los corredores llegaba a ser caótica por lo general y nefasta en algunas ocasiones. También fue el primer corredor que empleó un desviador para los piñones de su bicicleta y no tenía que hacer la operación bajándose de la máquina, como se acostumbraba.
El Tour que ganó Lapebie, fue el de la irrupción en Francia de uno de los fenómenos del ciclismo italiano, Gino Bartali, que conseguiría después dos triunfos finales, separados por diez años y con la II Guerra Mundial de por medio. Eran tiempos de conflictos. Bartali comenzó asustando en la ascensión al Ballon d´Alsace, donde destrozó el récord de la subida. Cuatro días más tarde, ganó en Grenoble y se vistió de amarillo, con nueve minutos de ventaja sobre el segundo. Lapebie estaba a más de doce.
Pero a Bartali le iba a sobrevenir una desgracia: camino de Briançon, por aquellas carreteras descarnadas y peligrosas, trata de atravesar un torrente por un puente de madera. Su compañero Rossi se cae y le arrastra. Se va al agua. Camusso, otro de sus domésticos, tiene que nadar para salvarle. Bartali consigue montarse otra vez sobre la bicicleta y al llegar a la meta todavía es líder. Al día siguiente, sin embargo, pierde el maillot amarillo. Se deja veinte minutos por sus lesiones del día anterior.
Lapebie gana la etapa y Sylvere Maes, un belga se coloca como nuevo líder. Sin embargo, arbitrariamente, Henri Desgrange, el patrón del Tour, decide por su cuenta suprimir las etapas contrarreloj que estaban previstas y en las que los belgas dominaban a placer. Las protestas de éstos no se hacen esperar, pero no sirven para nada. No iban a ser los últimos lamentos de la representación belga en un Tour accidentado.
El ambiente estaba bastante cargado. Los ánimos se soliviantaron más cuando Lapebie, al ir a tomar la salida en Luchon, descubrió que alguien le había serrado el manillar. Ese mismo día, en el Peyresourde, sufrió un desfallecimiento. Maes, que había atacado en el Tourmalet, le sacaba cinco minutos. Sin embargo, a base de empujones Lapebie logró alcanzar al belga. Fue sancionado con 1,15 por haber recibido ayuda de los espectadores, entre ellas, la de Felix Levitan, que después sería director del Tour. pero también Maes, por lo que los belgas, indignados por la actuación de la organización, decidieron retirarse. Lapebie tenía ya el Tour en el bolsillo. Al año siguiente, sin embargo, Desgrange, que había contribuido con sus decisiones a la victoria de Lapebie, cedió a las presiones belgas y no le dejó tomar la salida.
Lapebie abandonó el ciclismo a los 28 años después de una grave caída en la Burdeos-París de 1939, pocos meses antes de la guerra. Tras ésta, se convirtió en empresario. Primero se dedicó a la venta de bicicletas, aprovechando su popularidad, después fue agente comercial en una gran empresa metalúrgica. Consiguió amasar una gran fortuna. Tenía un lujoso vehículo deportivo, un yate amarrado en Arcachon y era propietario de un restaurante de lujo, pero se había casado dos veces y con el segundo divorcio se arruinó. Su mujer se quedó con todo y el ex ciclista tuvo que dedicarse al duro trabajo de peón caminero y algunos oficios todavía más penosos hasta su jubilación. Murió en 1996. En Francia se le recuerda aún con una prueba cicloturista en los Pirineos que lleva su nombre.