ATHLETIC
Victoria en la frontera
JON RIVAS
El titular de este comentario no tiene nada que ver con que la frontera de Francia con España quede cerca de Huesca, con los Pirineos sirviendo de separación natural entre los dos países, aunque pudiera entenderse así. Hablando en términos geográficos, el partido se jugó cerca de la frontera, aunque llegar al valle de Aspe, a través de Canfranc, sea un ejercicio de paciencia circulando por rutas escarpadas. Pero en apenas una hora se puede alcanzar territorio francés. Sin embargo, la frontera a la que se refiere el título es la que atravesó el Athletic, entre el agobio y la tranquilidad; entre las especulaciones y el camino recto. Incluso entre los interrogantes a la forma de trabajar del club y la reafirmación de que la filosofía sigue siendo válida, porque ya se sabe –y ha vuelto a pasar en los meses anteriores–, la decisión de jugar con los futbolistas de casa siempre se ve cuestionada de alguna manera más sutil o más brusca, según el momento, y casi siempre desde fuera. Con 30 puntos en el casillero, y aunque no deba olvidarse que cualquier tropiezo puede ser un inconveniente grave, las cosas se ven de otra forma. El Athletic más práctico de la era Garitano atravesó esa frontera que todos los seguidores del equipo rojiblanco ansiaban cruzar.
No fue, desde luego, el mejor partido de la temporada. Tras el ejercicio casi perfecto de San Mamés ante el Barcelona, al que sólo le faltó el gol, o le sobró Ter Stegen, en Huesca, el equipo de Garitano optó por adoptar un tono más práctico, aprovechar las ocasiones que supuestamente iban a llegar, y aguantar el chaparrón que previsiblemente caería desde el lado local. Sabían los rojiblancos que el Huesca estaba en una tendencia positiva desde su empate en Anoeta, y que la grada empezaba a creérselo, que un triunfo les ponía más cerca de la salvación.
La primera parte el Athletic rentabilizó al máximo sus oportunidades. Sólo tuvo una, en el lanzamiento de penalti de Raúl García. Era la primera vez que se acercaban al área del Huesca y Diéguez cometió una falta tan diáfana como innecesaria sobre Iñigo Martínez. Raúl engañó a Santamaría y puso las cifras definitivas en el marcador, aunque todavía quedara mucho partido. Se enredó, a partir de ese momento, el equipo de casa. Hiperventilados sus jugadores, protestaron más que jugaron. Cometían falta tras falta en una mezcla de impotencia y desesperación. Habían empezado bien, con un par de llegadas, y de repetente se vieron por detrás en el marcador. La histeria colectiva llegó al banquillo y a la grada. La actuación del árbitro nada tuvo que ver con la reacción local, a la que el Athletic respondió con tranquilidad, sin meterse en conflictos; dejando ver que aquello no iba con los ellos. Fue la mejor respuesta posible para llegar al descanso sin sobresaltos.
La segunda mitad fue diferente: el Athletic, bien ordenado, dispuso de tres ocasiones para marcar por el buen entendimiento entre Raúl García y Williams, pero no pudo matar el partido por esa sempiterna falta de pegada, así que el Huesca olfateó que el marcador seguía abierto, hizo un par de cambios que empujaron al equipo hacia adelante y acosaron la portería del Athletic, en la que Herrerín se defendió con maestría. Por alto, en los despejes, y por bajo, en los disparos. En esos últimos minutos, el equipo local pudo empatar. A Garitano, esta vez, los cambios no le salieron demasiado bien. Ibai y Córdoba no sumaron mucho, y dejaron demasiado espacio a sus rivales.
El dominio del Huesca se convirtió en asedio, y los hombres de Francisco pudieron marcar, pero no lo hicieron, así que los jugadores del Athletic atravesaron la frontera y regresaron a Bilbao con una victoria revitalizante y que coloca al equipo en una situación cómoda, aunque tal vez no haya que decir esas cosas para evitar posteriores sorpresas. Por cierto, como la clasificación de esta temporada la carga el diablo, hay un dato interesante que comentar. A estas alturas de la temporada, el Real Madrid y el Sevilla, tercero y cuarto del campeonato, han perdido (7) más partidos que el Athletic (6), que lleva tres derrotas menos que el Betis de Setién, por ejemplo, aunque ya se sabe que en este caso siempre hay algún factor externo que perjudica a los verdiblancos.