HISTORIAS DEL TOUR
Confusión en Burdeos
La organización dio hasta tres vencedores diferentes de la cuarta etapa del primer Tour
Burdeos, planeó Desgrange, iba a ser el final de la cuarta etapa del primer Tour. Para cuando la caravana ciclista llegó a la capital de Aquitania era ya un acontecimiento popular de primer orden. Doce días después del pistoletazo en el Reveil Matin, el Tour hacía vender el doble de ejemplares de L´Auto que lo habitual, y la gente de los pueblos salía a las calles cuando las campanas de las iglesias anunciaban el paso de los ciclistas. Burdeos, un largo camino desde Toulouse, el comienzo de la etapa, después de varios días de descanso, festejos y celebraciones.
Dos magnates locales, monsieur Pons y monsieur Buscalet, organizaron una recepción magnífica: banquetes, bailes, fiestas, en las que participaban los ciclistas. Pero la holganza acabó el día 12, a las tres de la mañana. A esa hora estaba fijada la firma de los corredores. En el café Sion de Toulouse, Geo Lefevre, Georges Abran y François Mercer establecieron el control de salida. Eran «sólo» 268 kilómetros hasta Burdeos. Garin, el líder de la carrera, no es el más aclamado en la salida, sino Dargassies, natural de un pueblo cercano a Toulouse, a menos de treinta kilómetros, y sus amigos coparon las cunetas durante muchos kilómetros.
El control de Langon era un espectáculo de linternas y antorchas. Cerca de Castrelsarrasin, se produjo tal vez la primera caída masiva en la historia del Tour. Alrededor de quince corredes se cayeron. «Confusión de hombres, bicicletas», dice la historia oficial. La caída lanza la carrera. Garin, Georget, Pothier, Fischer y Muller se escapan. El belga de 27 años, Julien Lootens, más conocido como Samson, seguirá al quinteto durante muchos kilómetros. Les alcanzará en el 202. La llegada de los corredores a Burdeos estaba prevista para un poco después del mediodía, a la puerta del café Petit Trianon.
«A la una y cincuenta del mediodía, en lo alto de una pequeña colina, a menos de 150 metros, se observa una nube que avanza. La nube se aproxima a toda velocidad y tras la nube se adivinan unas formas humanas. Piernas que se mueven, máquinas que vibran. Un cuerpo se destaca de lo demás. Lleva dos largos de ventaja. Es Samson, el bruselino. Inmediatamente detrás, Muller, Georget, Garin, Fischer, Pothier. Samson entra primero en la meta».
Pero no. Samson no ha llegado primero. «Sin duda engañado por su ángulo de visión, el periodista no ha visto pasar a Garin, delante de Samson y Muller. Consigue así su segunda victoria». Pero también se confunde el historiador, porque la etapa –y esa es la anécdota–, la ganó realmente el suizo Laeser, el primer vencedor extranjero en la carrera francesa. Charles Laeser había salido una hora después de los primeros, en un segundo grupo, y llegó a la meta con un tiempo menor al de Samson y Garin.
La confusión llegó también al velódromo de Burdeos, donde la orquesta, que no conoce el himno belga, toca la Marsellesa en honor de Samson. Pero finalmente se resuelve la confusión y es Laeser, mecánico de profesión, de 23 años de edad, el que recibe finalmente los premios. Pero sigue la confusión, porque el ganador asegura que utiliza una bicicleta de marca «Cosmos», mientras que los fabricantes de «La Française», anuncian a los cuatro vientos que el vencedor disputa la carrera con una máquina de su marca. Lo único que es seguro es que el dorsal de Laeser, que cubrió los 265 kilómetros de la etapa a una media de 30 kilómetros por hora, es el 51. En lo demás, nadie se puso de acuerdo sobre todo lo ocurrido.