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HISTORIAS DEL TOUR

Óscar Pereiro huele a Nenuco

MIS ETAPAS FAVORITAS 2006, 13ª etapa 15 de julio BEZIERS/MONTELIMAR. Ganador: Jens Voigt

Óscar Pereiro, con el maillot amarillo, en el podio de Montelimar. TOUR DE FRANCE

Qué media hora interminable, cuánta ansiedad acumulada después de la paliza de 230 kilómetros en la etapa maratón del Tour. Rodeado de periodistas, con media sonrisa en la boca, flotando en una nube, Óscar Pereiro responde casi sin escuchar las preguntas, mientras deja hacer al Guaje José Angel Arenas, auxiliar de confianza, que le seca el sudor con un guante de felpa y le da friegas de colonia antes de ponerle un maillot seco.

Los masajistas acostumbran a usar colonia Nenuco -fórmula clásica-, para la urgencia de los primeros minutos. Luego los ciclistas se duchan en el autobús o en el hotel. Antes no les dejaban.El alemán Goodefrot, manager del T Mobile hasta el año pasado, dice que en su época de corredor odiaba las friegas de colonia.«Después de una semana parecías engrasado». Casi le echan de un equipo por darse una ducha después de una etapa. Qué tiempos.

Media hora bajo la canícula. Horroroso. «Ponte a la sombra», le dice Echavarri, que otra vez tiene en sus manos un sueño, el amarillo en su equipo, después de Perico Delgado y Miguel Indurain. La televisión muestra un pelotón indolente, que ocupa la calzada completa. Landis quiere ceder el maillot de líder y a quién mejor que a un ex compañero. Lelangue, el director, prefiere que controlen otros. Rabobank se pone en cabeza pero desiste enseguida. Pasan los minutos.

Pereiro huele a Nenuco y levanta la vista hacia el podio, a 50 metros. Esta vacío. Espera a los triunfadores. Al ganador de la etapa, Jens Voigt, un percherón alemán, fuerza bruta del ciclismo.Al líder de la montaña, un montañés de Reinosa, David de la Fuente; al poseedor del jersey verde, Robbie McEwen, al joven mejor clasificado, el prometedor alemán Marcus Fothen. También espera al líder de la prueba, y pasan los minutos, muy lentos, y los kilómetros, muy rápidos, aunque el pelotón parece de huelga.

El ciclista gallego bebe una botella tras otra de agua y espera desesperado mientras en su casa de Porriño, María, su mujer, reprime las ganas de gritar para no despertar de la siesta al pequeño Juan.

Todo por las tácticas de equipo en una etapa de calor infernal, de atascos en las autopistas y playas repletas. Tres días seguidos de fiesta en Francia colapsan las rutas principales, desesperan a los seguidores del Tour. Para llegar a tiempo a Montelimar, para secar el sudor de Pereiro y darle un maillot limpio, el Guaje tuvo que lidiar con un bouchon tras otro en la A-7 francesa, con largas esperas en los peajes. Como todos.

Pasa el tiempo, tic, tac, y llega el pelotón estirado por los Lampre, a beneficio de Benatti, pero es McEwen el que gana el sprint sin premio para detener el reloj. Ya es oficial: Pereiro es líder. El noveno corredor español que se viste de amarillo en 103 años de historia del Tour. Como Poblet el veloz llegador, Bahamontes el escalador por antonomasia, Errandonea, prologuista por sorpresa, San Miguel fugaz líder en los Alpes; Ocaña, prodigioso y sin fortuna; Delgado el carismático montañero; el majestuoso Indurain e Igor González de Galdeano, que soñó con desbancar a Lance Armstrong.

Oscar Pereiro se va de la sombra y sale al sol. Sonríe levemente, está flotando. Le felicitan. Llega a la puerta del camión de los premios. Jens Voigt, el percherón, está sentado. Bebe agua.Los dos sonríen, se dan la mano eufóricos. Ambos han cumplido su objetivo. No había ningún pacto entre ellos. Pereiro ya les había avisado a sus tres compañeros de fuga (Voigt, Chavanel y Quinziato): «Si a falta de cinco kilómetros llevo 30 minutos, no disputo la etapa».

Pero llevaba 27 y no era suficiente. Voigt lo entendió, ganó y luego saludó al líder, media hora después. También se acercó Jean Marie Leblanc, el patrón que se despide este año. Estuvo efusivo. No parece que le gusten demasiado los líderes estadounidenses, es amante del viejo orden europeo del ciclismo.

Fue cosa de las razones de equipo que la razón no entiende, pero Óscar Pereiro, perdido en la víspera en las profundidades de la clasificación, consumó una escapada de 209 kilómetros y remontó 28 minutos y 50 segundos para vestirse de amarillo y abrir el debate: ¿Hizo el Phonak lo correcto?, ¿podrá Landis recuperar el maillot en los Alpes? De momento no lo tiene. El líder es Pereiro, el gallego que llegó del Phonak y ha levantado los ánimos del Caisse d’Epargne Illes Balears, deprimido tras la defección de Alejandro Valverde. Ahora, José Miguel Echavarri sueña otra vez. Recuerda los viejos buenos tiempos, los de Arroyo, cuando debutó en el Tour y acabó segundo; los de Perico Delgado, genial e imprevisible. Y los del rey indiscutible, Miguel Indurain Larraya.

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