ATHLETIC
Los que nunca fallan

JON RIVAS
La anécdota jocosa de la victoria del Athletic en Girona, la protagonizó un seguidor rojiblanco residente en Terrassa, Ramón Haro Hidalgo, que acudió a la grada –dicen que por una despedida de soltero–, ataviado con la camiseta de la Real Sociedad, algo que le habían impuesto sus amigos. Como Ramón fue uno de los más expresivos a la hora de celebrar los goles de Williams y Raúl García, las cámaras de televisión se fijaron en él, y se convirtió en la atracción del partido. Hoy por la mañana, con el buen humor que da una victoria a domicilio, Ramón colgó un mensaje en twitter, en el que apuntaba que: «Después del bochornoso espectáculo vivido anoche castigado con la zamarra de la Erreala… Vuelta a la realidad. Siempre Aupa Athletic en Terrassa», y lo acompañaba de una fotografía vestido con sus colores reales, que no realistas.
Ramón y sus amigos celebraron el triunfo que catapulta al Athletic a otros objetivos, con una cena que también plasmaron en una fotografía en otra red social, y se lo pasaron de fábula con la superioridad rojiblanca en la segunda parte. Eso les hizo felices. A él, a los perversos amigos de su cuadrilla que le hicieron cumplir la pena blanquiazul, y a los dos centenares de fieles seguidores del Athletic que se apiñaron en la grada de Montilivi para animar al equipo. Los jugadores, porque es algo consustancial al deporte, pueden fallar, pero ellos nunca fallan.
Cuando en algún partido de San Mamés, la grada destinada al equipo visitante está totalmente despoblada, y se ven más vigilantes de seguridad que hinchas del rival, me acuerdo de la fidelidad de la hinchada rojiblanca de cualquier parte de España, que acude a cada partido del equipo masculino, y ahora también del femenino, siempre que el Athletic aparece por su región. Ser del Athletic es fácil en Bilbao, en Bizkaia, en Euskadi. No lo es tanto en otros lugares, donde el equipo rojiblanco es religión minoritaria. Se hace duro, además, acudir a muchos campos donde los resultados favorables no abundan, Ayer, los seguidores catalanes se llevaron un alegrón, pero en la última década no se han prodigado esos subidones. Un empate de vez en cuando, aquella victoria en Cornellá que llevó al Athletic a la final de Copa. Poca cosa, pero ellos nunca fallan.
Por eso es tan necesario que el club, que los jugadores, respondan. Con lo mejor sobre el césped, a ser posible, pero también como ayer, acercándose lo más posible a la grada, regalando las camisetas, firmando autógrafos en los hoteles, haciéndose selfies con los seguidores. Ya, a veces puede resultar incómodo, pero es una molestia menor. Es más, debería ser gratificante para los futbolistas sentirse tan queridos. Y casi todos se sienten.
Por eso es tan necesario que el club sea cercano. Se ha hablado de sobreexposición del presidente, pero yo les animo a que sigan reuniéndose con las peñas, con esos seguidores que nunca fallan. También son parte del Athletic, en las victorias y en las derrotas. San Mamés nunca les va a fallar. En casa tienen el éxito asegurado aunque los resultados no acompañen, pero a mí me emociona ver el fervor de aquellos que sólo pueden ver de cerca a los suyos una o dos veces al año, a los que escriben ilusionados en los foros pidiendo consejo para su primera visita a la Catedral, o los que vienen siempre tragando kilómetros. Siempre recuerdo el día que, camino de Madrid, paré en Boceguillas, provincia de Segovia, para tomarme un café. Entré en el primer bar que encontré y aquello era un santuario rojiblanco. «¿Sois del Athletic, eh?», le dije a la mujer que me puso el café. «Sí», me dijo, «pero lo mío no tiene mérito porque soy de Basauri. El que tiene es aquel», y me señaló a un hombre acodado al fondo de la barra, de unos sesenta años. «Es el presidente de la peña, y es socio del Athletic. Siempre que hay partido en San Mamés se hace 500 kilómetros de ida y vuelta para verles jugar».
Desde entonces, cada vez que viajo a Madrid, al pasar por Boceguillas echo un vistazo a la gran bandera del Athletic que se ve desde la autovía y que antes me pasaba desapercibida. Si están cansados del viaje y tienen que hacer una paradita, no lo duden. No tiene pérdida. Se encontrarán como en casa.
