ATHLETIC
El carné de vasco

JON RIVAS
En 1492, los judíos sefardíes fueron expulsados de España por un decreto de los Reyes Católicos. En 2015 se dictó una ley por la que se establecía la concesión de la nacionalidad española a los descendientes de esos judíos. Han pasado decenas de generaciones desde entonces; muchos de aquellos sefardíes se seguían considerando españoles e incluso conservaban las llaves de las casas en las que vivieron sus antepasados en España.
Para adquirir la nacionalidad irlandesa basta con haber nacido en el país, haber residido un año allí o, entre otras causas, ser descendiente en segunda generación de un inmigrante nacido en Irlanda. Un estadounidense cuyo abuelo era irlandés, puede solicitar la nacionalidad presentando el certificado de nacimiento de su abuelo o abuela. Basta con que uno de los cuatro abuelos sea irlandés.
El País Vasco no es un estado independiente, así que la nacionalidad vasca no existe. Euskal Herria se reparte entre dos países soberanos y tal vez también, una ciudad en Terranova, que pertenece a Canadá y que se llama Port-aux-Basques, y que es donde arribaban los pescadores vascos que faenaban por aquellas aguas gélidas. También solían ir a Islandia, pero en 1615 se dictó una ley en aquel país que permitía matar a los vascos. Se derogó el 22 de abril de 2015. «Ahora es más seguro que vengan como turistas», bromeó el ministro de Educación y Cultura al anularla.
Por tanto, al no ser Euskadi un estado soberano, no existe un organismo estatal que regule y conceda la nacionalidad a través de una ley o un reglamento específico. Pero esa carencia legal la resuelven decenas, centenares de personas tal vez, que se dedican a repartir carnés de vasco. O a negarlos, en muchas ocasiones. Montan su chiringuito, abren la ventanilla, y van poniendo sellos al pasaporte: tú eres vasco, tú no eres vasco, tú eres vasco, tú no eres, tú no eres, tú no eres, tú sí eres, y así hasta el infinito.
Se ponen etiquetas, se quitan. Tú que dices esto no eres del Athletic, pero mis amigos sí. Los tuyos no, es más sois antiathletic, que es la peor etiqueta que se puede poner a un athleticzale, porque es como un estigma. «Mira ese, es un antiathletic», y lo dices de costadillo, así, como con desprecio, casi escupiendo al suelo a la vez.
Los judios sefardíes son españoles, pese a que no viven en España, pero Bibiane Schulze no es vasca pese a que su madre lo es, a que su abuela vive en Bilbao y a que su bisabuelo fue delegado del Gobierno Vasco en México. O es una vasca con sus derechos restringidos. Vale, es vasca pero no puede jugar en el Athletic. «Si por casualidad hubiera nacido aquí, aunque sólo hubiera vivido un día…», «si sus padres le hubieran llevado a nacer a Pamplona desde Rincón de Soto…», pero su madre embarazada se marchó de Bilbao y dio a luz allí a su criatura. «Ah, entonces…» El nieto de Valdano puede jugar en el Athletic, porque nació en Bilbao; el de Michel también. La biznieta de Belauste no. Si la filosofía dice eso, por favor, que no le llamen filosofía, porque es un oxímoron, porque la filosofía es todo menos algo rígido e indestructible, sino un sistema maleable y que atiende a las razones y los pensamientos.
Pues venga, hala, ya pueden algunos empezar a pedirme que devuelva mi carné de vasco.
