ATHLETIC
Movimientos extraños
JON RIVAS
El mes de junio de 1908 se disputó en el campo londinense de Stamford Bridge la final de la primera edición de la Charity Shield, un torneo creado para beneficiar a diversas asociaciones de caridad. Actualmente se denomina Community Shield, y el último ganador fue el Manchester City, que venció a penalties al Liverpool en Wembley. En aquella primera edición jugaban un equipo profesional, el Manchester United, contra uno aficionado, el Queens Park Rangers. El partido acabó con empate a un gol. Meredith marcó para el United y Cannon para el QPR, en el que jugaba Frederick Beaconsfield Pentland, que luego tendría sus días de gloria como entrenador del Athletic.
Se tenía que jugar una repetición, pero por diversas circunstancias, no se disputó hasta el 25 de agosto, es decir, dos meses después. Pero en esos dos meses pasaron varias cosas, entre ellas, que Fred Pentland fichó por el Middlesborough. El que luego sería mister del bombín y el puro habano, que tenía 25 años y jugaba como extremo derecho, pertenecía en origen al Blackburn Rovers, así que su nuevo equipo tuvo que pagar un traspaso por él, cantidad que el comité de dirección de la Football League analizó. En la reunión del 30 de junio de 1908, decidió que «se aprueba una pequeña reducción en la cantidad del traspaso de Fred Pentland desde el Blackburn Rovers».
Poco después, el Manchester Courier publicó una información proveniente de la Federación Inglesa. Pentland, aunque ya era jugador del Middlesbrough, había solicitado poder jugar con el QPR el partido de desempate de la Charity Shield, ya que había disputado el primero. La FA denegó tal posibilidad pese a los argumentos del futbolista. El Manchester United venció 4-0 y se llevó el trofeo octogonal, que después ganaría 20 veces más.
Eso será lo que pasará si, como todo parece indicar, la final de Copa que el Athletic y la Real Sociedad deberían haber jugado hace una semana en Sevilla, se aplaza sine die hasta encontrar una fecha en la que las aficiones de los equipos puedan desplazarse sin restricciones hasta la capital andaluza para animar sin freno cada cual al suyo. Si, como se espera, el fútbol con las gradas llenas se va a retrasar durante meses, lo normal sería que los equipos presenten una fisonomía diferente. Habrá jugadores que ya no pertenecerán al Athletic o la Real, y otros que habrán llegado nuevos. Algunos perderán la oportunidad de disputar una final que se merecían jugar y otros tendrán la fortuna de disfrutarla o sufrirla casi como un regalo. Pero la pandemia le ha dado la vuelta a todo y eso es lo que hay. Tendremos que acostumbrarnos a los cambios. Esto es lo que decidieron los presidentes del Athletic y la Real junto con el de la RFEF, Luis Rubiales, después de la última reunión que mantuvieron. Esa es la postura oficial, hasta el momento, de ambos clubes.
Pero de unos días a esta parte se están produciendo extraños movimientos en relación a la Copa del Rey. Sin que la Federación y los clubes implicados hayan dicho otra cosa que lo que se pactó sobre el césped de Las Rozas hace más de un mes, de repente surgen informaciones fechadas en San Sebastián en las que se habla de Mendizorroza como posible sede de un final de Copa sin público. Se publica en un medio donostiarra que el campo del Alavés gana enteros para albergar la final, la noticia empieza a rebotar de un sitio a otro, y a publicarse en todas partes hasta hacer parecer que tiene visos de verosimulitud. Recuerdo un caso similar con un traspaso del Athletic que no se produjo: lo publicó un periódico deportivo, lo reprodujo un diario sensacionalista británico y de aquella fuente bebieron decenas de medios de aquí, entre ellos, el que había publicado la desinformación original. Se ratificó a sí mismo a raíz de una información falsa.
Leí la noticia de la final a puerta cerrada, y no se daba ninguna clave, no se mencionaba fuente alguna, ni había ningún entrecomillado, aunque fuera anónimo que respaldara la información. He consultado con gente cercana al Athletic, y están pasmados con lo que han leído; en la Federación tampoco saben nada, y recuerdan que, a puerta cerrada, o a porta gayola, el partido se jugará en Sevilla porque hay un contrato firmado. Por cierto: en el Alavés tampoco saben nada del asunto. En Mendizorroza el único que se mueve por el momento es el greenkeeper escocés John Stewart, el que tocó la gaita en el funeral de Seve Ballesteros.
Así que no puedo pensar más que en movimientos extraños en el entorno de la Real Sociedad, para sondear no se sabe qué, como si alguien tuviera miedo de que la magia del equipo txuriurdin no funcione tan bien la próxima temporada, cuando estas cosas no suelen ser tan rápidas, o que se desmantele el equipo, algo que no parece tener demasiada base. Desde luego, sí es eso, es que alguien se está poniendo demasiado nervioso, o el confinamiento hace que le dé demasiadas vueltas a la cabeza, porque si no, no se entiende. Incluso si lo que cree alguno que está en juego es la presencia europea de la próxima temporada, lo más conveniente para la Real, digo yo, sería que la Liga no se termine y que se asignen las plazas europeas tal como está la clasificación actualmente.
Pero me parecen razonamientos demasiado sofisticados para preferir una final sin público, a un aplazamiento sin fecha para que las aficiones puedan disfrutar. Ganar una final sin tu gente es las gradas y con los aficionados sin poderlo celebrar en Bizkaia o en Gipuzkoa, qué quieren que les diga, me parece ciertamente triste. Los que ganan reciben el trofeo sin protocolo, sin aplausos, sin confeti; se duchan por turnos, sin abrazos, y luego monta cada uno en su coche para celebrarlo con su mujer; sin recibimiento, sin nada. Yo no quiero ganar –o perder– una Copa así. Porque si al menos sirviera para que la Real dijera: hemos alcanzado al Athletic en títulos de Copa, o el Athletic pensara que servía para dirimir cuál es el rey de copas de los equipos vascos, podría tener un mínimo pase, pero ni eso.
No acierto a entender las razones del globo sonda, que algunos, incluso, para enredar más, atribuyen al Athletic, algo que es falso de toda falsedad, un pleonasmo necesario en este caso. En el Athletic no contemplan otro escenario que La Cartuja con al menos la mitad del aforo de color rojiblanco. Ni siquiera piensan, en estos momentos, en la plaza europea, que esa es otra: ¿Cómo serán las competiciones europeas la próxima temporada? En Bilbao, lo puedo asegurar, el 99,9% de los seguidores rojiblancos sueñan con viajar a Sevilla y ganar. Supongo que hay un 0,1% de raros que prefieren la puerta cerrada. Se podría decir que seduce más el trayecto que el destino. Ya sucedió en 2015, cuando más de 50.000 rojiblancos viajaron a Barcelona con escasísimas probabilidades de ganarle la Copa al todopoderoso Barça. Lo importante era otra cosa, y este año, lo mismo. Así que no entiendo esos movimientos extraños que se están produciendo.
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