ATHLETIC
Así está montado
JON RIVAS
Es divertido escuchar y leer las coartadas que algunos cortesanos y súbditos de Florentino Pérez, e incluso gentes bienpensantes, arguyen para descalificar a quienes piensan que el árbitro que dirigió el partido en San Mamés, González González, y su colega que estaba al fresquito del aire acondicionado de Las Rozas, Gil Manzano –del que dicen, y tiene tela, que es peñista del Athletic–, cometieron un error muy grave al no señalar el penalti que Sergio Ramos perpetró sobre Raúl García, después del que sí se pitó de Dani García sobre Marcelo. La más recurrente de esas excusas consiste en afirmar, como por ejemplo hace en ABC el ínclito Hughes, que es el seudónimo de Paco Santas Olmeda, un funcionario del Estado de magnífica pluma, que, «no había voluntariedad ni el protagonismo del balón». Vayamos primero, con lo segundo: el protagonismo del balón. ¿Qué tiene que ver? Un árbitro puede pitar penalti por la patada de un portero a un delantero rival aunque la pelota esté en la otra área, o en el banderín de córner, a cien metros de distancia, mientras esté en juego
Vayamos ahora con lo primero. En principio, lo de la voluntariedad, con Sergio Ramos de por medio, habría que ponerlo en cuarentena, porque el capitán del Real Madrid, un tesoro para su club, no da puntada sin hilo, pero incluso teniendo en cuenta la buena voluntad del cronista y del central sevillano, esa explicación sirve de muy poco. ¿O acaso Dani García le dio el pisotón de manera voluntaria a Marcelo?, ¿tan pérfido es y tanta rabia tenía acumulada el mediocentro del Athletic, como para dar una patada queriendo a su rival? No. Quería controlar el balón, hacer una ruleta para sacarlo jugado, y encontró el pie de Marcelo debajo del suyo. Fue un pisotón involuntario.
Miren: esa explicación de la voluntariedad o no, la podría comprar hace un par de años, cuando el VAR no existía, pero ese maléfico invento que llegaba para aclarar las dudas y lo único que ha conseguido es hacerlas mucho más grandes, ha cambiado las cosas. De hecho, la voluntariedad que dejaba a la interpretación del árbitro las acciones de los futbolistas, se ha extinguido del reglamento, o al menos de las interpretaciones del reglamento que se hacen en la actualidad, y que, por cierto, se modifican cada cierto tiempo. Ahora cualquier mano es falta si es del delantero, aunque venga de un rebote, aunque las del defensa no lo son siempre, con lo que el principio de igualdad ante la ley (en este caso la del fútbol) no se aplica. Depende de si estás defendiendo o atacando. Ay de tí si eres defensa, rozas a un delantero y éste se cae al suelo. Si el árbitro señala penalti, el VAR no lo desmentirá. Los pisotones, por cierto, siempre son falta con las nuevas interpretaciones, en un área o en otra, aunque a los árbitros no les ha entrado en la mollera que también los de un equipo u otro, porque ya van dos que se quedan sin castigo. El flagrante pisotón de Messi a Yeray, que era de expulsión –luego el argentino dio la asistencia en el gol de Rakitic–, y el «involuntario» de Sergio Ramos a Raúl García, que le dobló el tobillo, por lo que se ve en las imágenes.
Qué quieren que les diga. En el fútbol que a mí me gusta, ni el penalti de Dani García ni el de Ramos lo son. Ninguno de los dos. Según se explicó en un primer momento, el VAR llegaba para corregir errores flagrantes, y sin embargo, se está dedicando a arbitrar los partidos. González González no vio ninguna de las dos faltas, y en la primera estaba muy cerca. Empiezo a pensar que los árbitros cada vez pitan menos por sí mismos y esperan a que la sala del VAR les corrija, porque es más cómodo.
Claro está, también es más cómodo arbitrar a favor de corriente. Cuando una decisión, que se sabe que puede ser polémica, afecta al Real Madrid o al Barcelona, es mucho más práctico para el árbitro decantarse a favor del poderoso. Porque ellos también son humanos y no es lo mismo la presión que ejercen un par de chalados, como yo, de la prensa local, que las poderosas baterías mediáticas a través de periódicos y programas de radio y televisión que ejercen su presión desde los verdaderos centros de poder. La polémica con el penalti no señalado a favor al Athletic se apagará antes del miércoles; si llega a ser al revés, los árbitros saben que les perseguirá durante semanas o meses, que se empezará a hablar de neveras o de comparecencias de Velasco Carballo para dar explicaciones. El fútbol está montado así. De hecho, el lema del campeonato lo dice todo: «No es fútbol, es La Liga». Pues eso.
Al menos, dejen que nos desahoguemos.