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TOUR 2020

Política de bloques

Peter Sagan y Julian Alaphilippe, antes de tomar la salida de la etapa. © PAULINE BALLET / ASO

SISTERON / ORCIÈRES-MERLETTE (160,5 Kms.)
GANADOR: PRIMOZ ROGLIC
LÍDER: JULIAN ALAPHILIPPE


Que en tiempos pasados, Orcières-Merlette provocara abismales diferencias, como los nueve minutos entre Luis Ocaña y Eddy Merckx, no hace sino apuntar que todo ha cambiado de una manera brutal en el mundo del ciclismo, que sólo el hecho de pedalear y esforzarse al máximo continúa igual que la primera vez que el Tour ascendió esta montaña, allá por 1971. El de entonces era un ciclismo feroz, de instintos, de egos superlativos, miradas de soslayo al rival, odios casi irracionales; era un ciclismo de supervivencia. O tú o yo.

Todo eso se ha ido modificando con el paso del tiempo. El equipo, como tal, es ahora lo más importante para poder sostener al líder y llevarlo a lo más alto. Se hace equipo para ganar la clasificación individual. Eso también era antes así, pero no de una manera tan remarcada. De hecho, había equipos, como el Kas, que estaban diseñados para que las individualidades no difuminaran al grupo. Podía haber una figura descollante con posibilidades, pero eso no perturbaba los objetivos. Ahora el equipo es lo más importante para que triunfe el individuo. Durante años lo ha estado mostrando el Ineos, antes Sky. Brailsdford montó un bloque compacto para que ganara Wiggins. Era todo por el corredor británico. Nada se movía en el equipo, ni siquiera el último auxiliar, si no era para lograr que su líder venciera.

Sucedió después con Chris Froome. Montó el patrón un equipo a su imagen y semejanza. Dio por amortizado a Wiggo, lo apartó de sus planes y se centró en su sustituto, que le dio cuatro victorias en el Tour. No le tembló el pulso a Brailsford para hacer lo mismo con Geraint Thomas, y con el advenimiento de Egan Bernal, no ha dudado ni un momento en dejar fuera de la lista del Tour a sus dos anteriores ganadores para abrirle el camino al colombiano, que es joven y con un porvenir supuestamente brillante, pero después de los antecedentes debe tener claro que a su lado está Carapaz si flaquea en algún instante.

En definitiva, nadie era capaz, en los años anteriores, de derrumbar la fortaleza construida alrededor de su líder por el Ineos, o el Sky, pero ahora le han salido competidores, como el Jumbo de Primoz Roglic o el Deceunik de Julian Alaphilippe, que le cuestionan la cabeza del pelotón. Se vio en los últimos kilómetros, camino de la meta en Orcières-Merlette, donde hasta el Barhain de Landa o el Arkea de Nairo Quintana quisieron meter baza. ¿Tal vez porque ven que este año el Ineos no es lo que era, o simplemente, porque pretenden imitar el modelo? Si se trata de esto último, se va a establecer en el Tour una política de bloques, que tal vez no sea un bloqueo de la carrera, sino que contribuya a que sea más viva. Si todos quieren estar delante, se establecerá un perpetuum mobile muy interesante. Tendrá que adentrarse más el Tour en las dificultades para saber si los castillos que montan los equipos alrededor de sus líderes son verdaderas fortalezas o decorados de parque temático.

No es que la etapa de hoy haya dado pautas concretas sobre lo que va a suceder en los próximos días, pero ha dejado detalles interesantes. El primero, que el Ineos no domina tanto; el segundo, que tampoco el Jumbo, salvo en los momentos de mansedumbre, parece capaz de dirigir la acción. El tercero, que a pesar de que Roglic aprovechó los metros finales para imponer su fortaleza, todos los hombres que pretenden, como él, desbancar a Bernal del palmarés, y el propio Egan, por supuesto, todavía no han dado muestras de flojera. Se tiene como máxima del ciclismo, que la primera etapa de montaña no resuelve nada, pero separa la paja del trigo, y no ha sido así. Veremos.

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