TOUR 2021
El gafe era el maillot
TOUR DE FRANCIA / SEGUNDA ETAPA

PERROS-GUIREC / MUR DE BRETAGNE (183,5 Kms.)
GANADOR: MATHIEU VAN DER POEL LÍDER: MATHIEU VAN DER POEL
«¿Cuántos segundos le llevo a Poulidor?», preguntó Jacques Anquetil en la cima del Puy de Dôme, el 12 de julio de 1964. Había ganado la etapa Julio Jiménez, fue segundo Bahamontes y tercero Poupou. Se coló Adorni en la cuarta plaza y Anquetil fue quinto, y sin fuerzas, apoyado en Geminiani, su director, hizo la pregunta. «Trece», le respondió Gem. «Me sobran doce», sentenció Jacques. Vestido con su maillot morado y amarillo, Poulidor sólo estuvo dos veces más cerca de enfundarse el maillot amarillo, en 1967, cuando José María Errandonea le ganó el prólogo por seis segundos y en 1973, cuando se quedó a sólo 80 centésimas de Zoetemelk. ¿Cuántos segundos le llevo a Alaphilippe?, pudo preguntar Mathieu Van del Poel en la meta del Mur de Bretagne. Seis, habría sido la respuesta. Le sobraban cinco.
Catorce ediciones disputó el abuelo Poulidor desde 1962 hasta 1976, y fue tres veces segundo y cinco veces tercero, un palmarés impresionante para un ciclista, pero en 294 días de carrera, nunca pudo subir al podio para vestirse con el maillot amarillo que Henri Desgrange se inventó en 1919. A su nieto, Mathieu Van der Poel, hijo de Adri Van del Poel, un clasicómano, y de Corinne Poulidor, le han bastado dos días en el Tour para conseguir la prenda que tanto persiguió su abuelo, que murió en noviembre de 2019, más de tres décadas después que su amigo y rival Jacques Anquetil, que en su lecho de muerte le dijo a Poupou que hasta en eso iba a ser segundo.
Habrá que convenir en que, tal vez, el gafe estaba en el maillot morado y amarillo que vistió casi toda su carrera Poulidor y que Van der Poel quiso vestir en su primer día de Tour para homenajear a su abuelo. No le salió bien, se quedó lejos de Alaphilippe en la pelea por la victoria que daba, además, el jersey de líder por ser el primer día. El segundo, en el que volvió a vestir, como el resto de su equipo, el uniforme habitual de color azul oscuro, es más complicado conseguirlo, por la distancia a la que el holandés estaba de la cabeza, y porque en el Mur de Bretagne era más complicado sorprender, pero Van der Poel, tres veces campeón del mundo de ciclocross, tuvo una ocurrencia de genio que además, sólo un superdotado puede llevar a término. Cuando atacó en el primer paso por la meta era complicado pensar lo que pretendía. Cogió unos metros de ventaja, coronó en cabeza y se llevó los segundos de bonificación que, inusualmente, concedía la organización por atravesar en cabeza al toque de campana de última vuelta.
La mujer que provocó la caída de medio pelotón en la primera etapa y que está desaparecida, se enfrenta a un delito procesable en Francia con hasta un año de prisión y una multa equivalente a unos 15.000 euros por «violar deliberadamente las normas de seguridad y causar lesiones que podrían impedir que alguien trabaje hasta por tres meses», según la Fiscalía.
Era impensable creer que Van der Poel estuviera maquinando lo que hizo en la meta, pero está claro que sabía que las fuerzas le iban a acompañar, y hay que tener mucha confianza en uno mismo para intentar lo que tan bien le salió para ganar la etapa. Porque desgastarse en un primer ataque puede pasar, pero hacerlo una segunda vez, coger ventaja suficiente como para tomar unos segundos de ventaja y sumar la bonificación es ya una combinación de fortaleza mental y física, además en un debutante en una gran cita como el Tour.
Mathieu ya es líder, algo que hubiera hecho feliz a su abuelo, claro que sí, pero también deben estar felices los amantes del ciclismo, que han podido comprobar en las dos primeras etapas, muy diferentes a las que el Tour suele diseñar en los inicios de la carrera, pero que tampoco se parecen, por poner un ejemplo, a las de la Vuelta a España, cortas y nerviosas, porque los recorridos del sábado y el domingo fueron nerviosos, sí, pero bastante largas para lo que se suele estilar en otras carreras, es decir, de las que maceran al pelotón y sólo son aptas para los corredores más poderosos. Todavía los grandes favoritos no han aparecido, o sí, porque Pogacar y Roglic los dos fenómenos eslovenos, que el pasado año se jugaron la carrera hasta el penúltimo día, están ahí, tercero y cuarto, con un segundo de diferencia entre ellos, a la espera de que llegue su momento, pero sin perderle cara a la cabeza de la carrera. Nos podemos divertir.
