GIRO 2022
De López a López
El sevillano Juanpe López se viste de rosa el día en el que Supermán López se retira sin llegar a las montañas

JON RIVAS
La degradación era la pena militar más humillante. El oficial o suboficial degradado era conducido en presencia de la tropa, y allí un superior le arrancaba los galones, las insignias e incluso, si era el caso, rompía el sable. Resulta impactante mirar el grabado que representa la degradación de Alfred Dreyfus en la Escuela Militar de París, que publicó en color Le Petit Journal. Permanece en posición de firmes mientras un oficial parte el sable y en el suelo se observan los galones que le han arrancado del uniforme. Luego resultó que era inocente.
Por lo visto, en Francia les gustan, o les gustaban, ese tipo de situaciones, porque ha sido tradición en el Tour que cada vez que se retiraba un ciclista en plena carrera, acudía raudo un comisario para arrancar los dorsales del maillot para oficializar la degradación del corredor, expulsado de esta forma de la mejor carrera del mundo.
A Supermán López, esa degradación, que no deja de ser una pequeña humillación para un ciclista profesional, no parece afectarle demasiado. Desde 2020 ha disputado seis grandes pruebas por etapas y sólo ha acabado una, el Tour de 2020 en el que finalizó sexto. Tuvo que hacer ese que, se supone, es un doloroso paseíllo entre la bicicleta y el coche en cinco ocasiones. Entre 2021 y 2022 ha tenido que abandonar las tres veces que ha tomado la salida, una en el Tour, otra en la Vuelta y esta vez, en el Giro, antes de llegar a las faldas del Etna.
A Supermán, que empieza a parecerse cada vez más a Superlópez, le va a empezar a pesar la frase que les lanzó a sus compañeros y a sus directores el día de su retirada en la Vuelta, sin causa aparente, y que quedó para la posteridad, porque fue grabada para el documental que cada año desvela los triunfos y las miserias del equipo Movistar: “Bueno yo me quedo por aquí, fue un placer señores”. Me temo que le perseguirá para siempre durante su carrera, sea cual sea la causa de su retirada del Giro.
De un López a la baja a un López al alta, resulta que un sevillano de Lebrija, hincha acérrimo del Betis, que vio un problema cuando su contrarreloj de Budapest coincidió en horario con el partido de su equipo, se ha convertido en líder del Giro y vestirá, el menos por un día, aunque parece que podría conservarlo más porque su diferencia con los que le persiguen es bastante potable, la maglia rosa –léase malla–. Se ha convertido en el decimonoveno corredor español que la luce y se convierte en el sucesor de Alberto Contador, en cuya escuela de ciclistas corrió en categorías inferiores, que la vistió por última vez en 2015.
Juanpe López hizo una gran carrera camino del Etna. Incrustado en el grupo de 14 escapados, por el que el pelotón no tuvo demasiado interés hasta los últimos compases, supo esperar su momento y cuando supo que Oldani, que lo había intentado antes, perdía fuelle, pensó que había llegado su momento y se fue a por él; y cuando quedaban tres kilómetros ya sabía que iba a ser el líder, porque el único que podía alcanzarle, y lo hizo, era el alemán Kämna, pero entre los dos hablaron y parecieron decirse: “Para ti la etapa, para mí la General”. Así que ganó el germano y Juanpe se vistió de rosa, y lloraba de la emoción, mientras los favoritos iban llegando en alegre comandita, porque el Etna no fue suficiente como para afilar los colmillos.
