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TOUR 2022

La emoción de lo imprevisible

TOUR DE FRANCIA / PRIMERA ETAPA

Yves Lampaert, emocionado en el podio de Copenhague, después de ganar la etapa y colocarse líder. © PAULINE BALLET / ASO.

COPENHAGUE-COPENHAGUE (13,2 KMS. CRI)
GANADOR: YVES LAMPAERT. LIDER: YVES LAMPAERT


A veces, el análisis de un evento se hace en función de la fotografía que ilustra esa acción, que se convierte en el hilo conductor. No siempre. En la mayoría de los casos, la imagen es un complemento a la noticia, el análisis o el relato de lo que ha sucedido, aunque pueda tener la fuerza suficiente como para ser un relato en sí misma. Pero el periodista no suele fijarse en ella, sino en lo que él ha visto. Es lógico. Se corre, por ejemplo, la primera etapa del Tour; llueve, el suelo está muy mojado, los ciclistas tratan de evitar riesgos, que se suelen sustanciar en caídas que pueden ser descalificantes, como les sucedió a Izagirre y Valverde en una salida similar a la de Copenhague. Fue en Dusseldorf y los dos se estrellaron en la misma curva y con cinco minutos de lapso, y aunque con diferente grado de gravedad, ambos tuvieron que abandonar. Lo habitual es que sea el relato el que elija la foto, y no la foto la que condicione el relato.

Sin embargo, esta vez hago una excepción, y en vez de fijarme en la etapa me fijo en la foto que ilustra este comentario. La sacó Pauline Ballet, fotógrafa freelance, contratada por la organización del Tour, que pone a disposición de los medios de comunicación, imágenes de todas las jornadas de la carrera; de la competición, la fiesta y el podio. Como es evidente, la fotografía elegida es del podio, y del ganador de la primera etapa, Yves Lampaert, el corredor belga del Quick Step, un gregario de campanillas, muy buen contrarrelojista pero que, como él mismo confesó, ni en sueños pensaba que podía ser el primer líder del Tour de Francia.

Así que la foto refleja la emoción de lo imprevisible. Lampaert está en el Tour para ayudar a sus compañeros. Tendrá trabajo extra, por ejemplo, en la etapa de Arenberg, en la que el pelotón se enfrenta al pavés, en el que él es un especialista que ya ha subido al podio de la París-Roubaix. Pero si contaba con tener que estar en el tajo desde el primer momento, lo que no esperaba es vestirse de amarillo. Llevar la túnica sagrada, aunque sólo sea un día, es una gesta de la que pueden presumir muy pocos corredores en la historia del Tour, y Lampaert ya es uno de ello. Por eso la emoción que se refleja en la imagen. Superó a los favoritos, tal vez porque corrió en circunstancias mejores que ellos, y sentado en el sillón de las torturas, desde el que se ve a cada rival como una amenaza, aguantó hasta el final, para recibir el jersey y el osito del Crédit Lyonnays, que guardará como un tesoro.

Fue lo mejor del primer día en el país en el que hay más bicicletas que habitantes, y que vive con pasión la salida del Tour, como ocurrirá dentro de un año en Bilbao. Por lo demás, está claro que el gran favorito es Tadej Pogacar. El esloveno ya empieza a marcar territorio desde el primer día. Fue el mejor, tercero, entre los que aspiran al título en París. Busca su tercer Tour consecutivo y los demás corredores lo saben. Y nosotros, claro.

Por cierto: algunos preguntarán por qué esa foto de la emoción de Lampaert y no otra cualquiera. Seguramente será porque ASO sirvió un buen puñado de imágenes, pero entre ellas, ninguna de la Sirenita, figura emblemática de Copenhague. La carrera pasó a su lado. Una lástima. Habría hablado de ella.

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