TOUR 2022
Indestructible
TOUR DE FRANCIA / DECIMOSÉPTIMA ETAPA
SAINT-GAUDENS / PEYRAGUDES (130 KMS.)
GANADOR: TADEJ POGACAR LIDER: JONAS VINGEGAARD
Una de las escasas enseñanzas que recibí durante mi formación militar, es decir, en el año que perdí de manera miserable, y que espero que sirva al menos, tal como establece la ley, como periodo cotizado de cara a mi jubilación, es aquello que dijo uno de esos sargentos chusqueros que pululaban por el cuartel, sobre el uso de los fusiles CETME (acrónimo de Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales). Tenía razón el suboficial reenganchado cuando nos dijo a mí y a otro grupo de ánimas albardadas a base de gritos y órdenes absurdas que las armas las carga el diablo pero se les disparan a los tontos. Es decir, que si se escapa un tiro cuando el fusil está aparentemente sin munición, es porque algún imbécil ha apretado el gatillo.
Viene a cuento del titular que encabeza este análisis: «Indestructible». Como es lógico, me refiero a Jonas Vingegaard, el líder el Tour. Su estampa, vestido de amarillo, pegado a la rueda de Tadej Pogacar durante las ascensiones a Val Louron, –qué nostalgia de Indurain y los buenos tiempos de nuestro ciclismo–, y Peyragudes, hace pensar que tiene el cielo ganado, y en este caso el cielo es el cajón más alto del podio de los Campos Elíseos, y que en su honor sonará en París el himno español, en justa correspondencia a que cuando ganó Contador su segundo Tour pusieron el danés.
Parece indestructible Jonas Vingegaard, que se limita a seguir la rueda de Pogacar. Las fuerzas entre los dos parecen tan parejas, que les une un invisible cordón umbilical allá donde van, pero, como digo, las armas que parecen descargadas las disparan los insensatos, y con el titular que califica de indestructible al líder, puedo estar metiendo la pata hasta el fondo, porque todavía quedan kilómetros de ascensión, y los ciclistas son humanos y pueden reventar. Y como le sucedió a Pogacar con sus esfuerzos en el Galibier que pagó en el Granon, le puede pasar también a Vingegaard, porque en este Tour tan apasionante, que hace años que no vivíamos, y en el que el mejor ataque es un buen ataque, pueden suceder muchas cosas.
De hecho, suceden cada día, como cuando Vingegaard perdió a dos peones de golpe, o cuando la covid golpeó al UAE y debilitó los flancos de Pogacar, que no pudo contar, camino de Peyragudes y de esa maldita recta en la que se filmó una película de James Bond, con Rafal Majka, que había sido un gran escudero, y que se lesionó cuando la cadena se le bloqueó al intentar cambiar la marcha. Se le desgarró un músculo, y tuvo suerte. Dos ciclistas españoles, Valentín Uriona y Manuel Galera, murieron en 1967 y 1972 respectivamente, cuando salieron lanzados de sus bicicletas por el mismo motivo. Entonces no se llevaba casco. Le quedan tres compañeros al esloveno, porque Marc Soler, enfermo, llegó fuera de control en la locura del día anterior.
A Pogacar, sin embargo, le apareció McNulty, que es un tipo fiable, como el detective de The Wire con el que comparte apellido, que le hizo un trabajo inconmensurable, cuando Sepp Kuss reventó y dejó solo al líder, aislado, aunque indestructible, a la rueda del aspirante, y su doméstico, que ejercía de comecocos, tragándose a todos los que iban por delante, pero sin poder comerse al líder, que vigilaba por detrás. Hasta llegar a la cuesta de James Bond, a los últimos cien metros, en los que aceleró Vingegaard, pero Pogacar es más explosivo en esas circunstancias, y ganó la etapa. Le recorta cuatro segundos al líder por la bonificación, escuálido botín. Los demás, que ya no cuentan, fueron entrando como almas en pena.
Veremos lo de indestructible.