GIRO 2023
Las razones del corazón
JON RIVAS
El corazón tiene razones que la razón no entiende, más o menos eso es lo que dijo Blaise Pascal, matemático, físico, filósofo y teólogo, que lo mismo contribuía al desarrollo de la teoría de las probabilidades, construía calculadoras mecánicas o reflexionaba sobre la naturaleza humana. Pascal nació en Clermont, en la Auvernia francesa, territorio de volcanes apagados, cerca del Puy de Dôme, escenario mítico del ciclismo. Murió mucho antes de que se inventara la bicicleta y que los seres humanos decidieran montarse en ellas para competir y desafiar a la naturaleza, y al Puy de Dôme. Pero la reflexión de Pascal podría aplicarse a la cuarta etapa del Giro, y a la actuación del equipo Ineos, que se convirtió en el equipo de Remco Evenepoel cuando el corredor belga se quedó sin equipo propio.
Sí habrá que estudiar cuáles son las causas para que el líder del Soudal-Quick Step no esté rodeado de sus lugartenientes. Se suponía que el patrón, Patrick Lefevre, había montado un equipo para llevar a Evenepoel sentado a la silla de la reina hasta los momentos decisivos, pero no sucedió así en la primera etapa con final en alto. El que parecía un potente grupo de ciclistas que arropaban a la joven figura, se diluyó como un azucarillo en el café cuando comenzaron las primeras rampas. Evenepoel había ido, hasta unos kilómetros antes como en un entrenamiento, con manguitos, chubasquero y calientapiernas, y cuando se quitó toda la ropa que sobraba, el último servicio que recibió de los suyos fue el apoyo en el hombro de los gregarios para no perder el equilibrio mientras se desprendía de las prendas inútiles. Después, desaparecieron para no volver.
Es cierto que tuvieron que trabajar para reintegrarle al pelotón cuando, en un momento, se quedó descolgado, y que durante dos horas la batalla fue intensa, pero aunque el director del equipo alegó que cuando vieron que Remco estaba bien de piernas, les dijo a sus compañeros que se relajaran, la verdad era más cruda, como relevaba Vervaecke. «Creo que algunos de nuestros escaladores no tuvieron su mejor día y creo que eso complicó un poco las cosas. Creo que habría tenido las piernas para estar con el grupo si no hubiera tenido que trabajar en llano antes de la subida. No era el escenario ideal, pero tampoco era motivo de pánico».
Y no lo fue, porque mientras por delante se trabajaban la etapa los dos ciclistas más fuertes de los escapados, el francés Aurelien Paret Peintre y el noruego Andreas Leknessund, que acabarían repartiéndose la gloria como buenos amigos –para mí la etapa, para ti la General–, en ese orden, en el grupo de quienes aspiran a ganar el Giro, entró en juego la reflexión de Blais Pascal: el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Comenzó la ascensión hacia el Lago Laceno, y, como en los grandes tiempos de Sir Bradley Wiggins, los de Chris Froome, Geraint Thomas o Egan Bernal, su equipo, ahora llamado Ineos, se puso en cabeza para marcar el ritmo, pero no en modo picadora de carne, que era hasta ahora el método de Dave Brailsford, sino como si su intención fuera proteger a Evenepoel, que podría ser si hubieran decidido impedir que Leknessund se vistiera de rosa, para provocar así que el fenómeno belga tuviera que seguir sacrificando a su equipo para defender el liderato, o incluso por razones más prosaicas, como conseguir que Remco tuviera que seguir acudiendo a los actos protocolarios obligados para el líder al final de la etapa, las entrevistas, las conferencias de prensa, las subidas al podio, mientras los demás están ya camino del hotel.
Pero no hubo nada de eso. Evenepoel subió cómodo, como si su equipo fuera el Ineos, y el grupo británico no trató de acortar las diferencias con los de delante, ni atacó al líder aislado, así que todo salió como pretendía el belga, que al llegar a la meta, y cuando se acercaron los periodistas, los rechazó con una negativa, «que he estado dando entrevistas todos los días». ¿La explicación del Ineos? «Estábamos bien colocados, y de repente estábamos al frente, y dijimos: sigamos adelante y veamos qué sucede», explicaba Geraint Thomas. “Pregunté cuál era la distancia con la cabeza, porque hubiera sido bueno haber reducido el tiempo para que Remco se quedara con la camiseta. Pero se trataba más de mantener el control, y todos nos sentíamos bastante bien, así que estuvo bien». Si ellos lo dicen…