GIRO 1999
Un despiste distancia a Heras
SEXTA ETAPA Lauria-Foggia / 245 Km.

JON RIVAS | Enviado especial
FOGGIA (ITALIA).- Noches alegres, mañanas tristes. Los Kelme celebraron el miércoles a la hora de la cena el triunfo de Chepe González. Ayer lloraban en la merienda el despiste que les costó caro. En una etapa de ciclismo de las cavernas con 245 kilómetros, en la que ganó el letón Vainsteins, una caída en mitad del pelotón dejó cortado al equipo verdiblanco casi al completo. Iban cómodos hasta entonces, pero el accidente dictó sentencia. Los más atentos se quedaron delante, los despistados detrás. Roberto Heras pierde opciones y 2.39 minutos, aunque él mantenga el tipo: «Todo sigue igual». Pero no sigue, evidentemente. El triunfo de Chepe ha sido un islote de esperanza en un mar de desgracias que ayer otra vez estaba revuelto.
El líder también quedó cortado. Un momento de alarma que resolvió su equipo. Estaban avisados desde el coche por su director, que cuida los detalles. Sólo fue un susto, y Jalabert pudo llegar con un grupo principal de 50 corredores, que más que correr voló.
Pero pese a la velocidad y las ganas de los deportistas, éste es el ciclismo que necesita recambio. El de las etapas de kilometraje interminable. Foggia recibió al Giro con los brazos abiertos, pero los corredores llegaban después de meterse 245 kilómetros en las piernas, sin ganas de homenajes. Desde las 10.15 horas sobre la bicicleta. Vaya moral.
Ciclismo de caverna.- Es el ciclismo de las cavernas. Hay que recuperarse para el día siguiente de un esfuerzo descomunal y pasa lo que pasa. Que los más fuertes aguantan y entre los que no, los listos se aprovechan y a los tontos les cogen. Y luego salen libros como el del masajista del Festina, Willy Voet, el que hizo que comenzara a girar la rueda. Enciende el ventilador y la porquería se esparce. Masacre en cadena se llama el futuro best-seller, que ya tiene previsto imprimir 200.000 ejemplares en la primera edición.
Rectas interminables y aburridas. Carteles que indican los kilómetros que restan y que acaban con la moral de cualquiera. Al menos el tiempo aguanta, que no es poco.
Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Que no es el Giro la única carrera que no cambia. Tour y Vuelta también andan así. Habla un directivo de la carrera española y afirma que la Vuelta ofrece etapas cortas en las que los ciclistas pueden disfrutar. Y se queda tan campante, pues lo dice en la presentación de una jornada con casi 200 kilómetros, que no es filfa. Y no digamos en Francia: etapas largas, traslados monstruosos, hoteles en el quinto pino.
Así está el asunto. Y nada cambia. ¿Para qué?, dicen algunos. Si las cunetas están llenas de gente y hay tortas por conseguir un buen lugar en la meta. Total, los corredores van a demostrar su profesionalidad igual. O incluso mejor.
A 41 kilómetros por hora viajaron ayer para llegar a Foggia, la ciudad en la que el Kelme se pegó otro disgusto. No ganan para lamentaciones. Pero hoy estarán otra vez dispuestos para salir. Claro que sí.
