GIRO 1999
Pantani, líder en el Gran Sasso
OCTAVA ETAPA Pescara-Gran Sasso / 253 Km.

JON RIVAS | Enviado especial
ASSERGI (ITALIA).- Qué grande es. Su nombre significa montaña, su apellido espectáculo. En ese cuerpo magro, enjuto, se rebela su voluntad cuando advierte que la cima está cerca. En ese rostro morenísimo por la intemperie brillan dos ojos oscuros cuando olfatea el aire denso de las alturas.
Nadie puede con Pantani cuando llega la montaña. Es un ejercicio inútil empeñarse en atacar al Pirata en su terreno. Habrá que inventar otro método, porque en cuanto llegan las cuestas no tiene rival. Ayer lo volvió a demostrar en el Gran Sasso y el corazón de los italianos dio otro vuelco de alegría con la hazaña de su héroe.
Sólo unos cuantos elegidos son capaces de seguir los pasos del nuevo líder del Giro -aunque a distancia- y la noticia es que Jiménez está entre ellos. Chava se dejó ver. También las cuestas son su modus vivendi. Quiso pero no pudo ante un gran campeón. De momento, se conforma con el segundo puesto de la etapa y de la general, aunque es posible que esta misma tarde lo pierda provisionalmente, porque llega una contrarreloj que no le va, por mucho túnel de viento que haya visitado durante el invierno.
Zülle es el tercer nombre en el elenco. El suizo entró en el Giro de puntillas. Regresaba a la vida ciclista después de la sanción por dopaje y de seis meses desagradables. No estaba previsto que estuviera en Italia, pero el Banesto lo trajo, casi con el control cerrado. Tendría que penar en el purgatorio de los gregarios las penas del caso Festina, para poder ingresar de nuevo en el paraíso de los números uno. Está aquí, en teoría, para ayudar a Jiménez, pero quién sabe. El año anterior vino a ganar y fracasó. Quien sabe qué puede dar de sí el año de su redención.
El Gran Sasso mostró, además, que Jalabert es un todoterreno. Perdió tiempo, sí, con respecto a Pantani. Pero sigue ahí, de cerca, y la contrarreloj de hoy puede acercar aún más las distancias.
Fue un bello espectáculo en la niebla. Después de otra aventura sin esperanza de dos figurantes, Caucchioli y Piccoli, llegó lo bueno. Faltaban tres kilómetros, lo más duro, y atacó Jiménez, que estuvo valiente. Saltaron a su rueda Pantani, Camenzind y Gotti. Luego fue Pantani. Al Pirata nadie le pudo echar el lazo. Camenzind y Gotti se agotaron antes de tiempo y Jiménez les adelantó bajo la pancarta del último kilómetro. También Zülle, en función de escudero. Mientras, Pantani ya levantaba los brazos como ganador. El corazón de Italia daba un vuelco de alegría.
[CBOX_PRO id=4539] [CBOX_PRO id=4541]