GIRO 1999
La sangre de Pantani, requisada

JON RIVAS | Enviado especial
MILÁN. El domingo en Italia fue día de resaca. Los aficionados al ciclismo se levantaron con dolor de cabeza después de dar muchas vueltas en la cama pensando en lo que iba a ser y no fue, en el triunfo de Marco Pantani en el Giro, segundo año triunfal, que se fue al traste por un control de sangre. La pregunta es: ¿por qué a Marco? No hay respuesta.
El país está dividido. Sin razones de peso entre uno y otro bando, están quienes piensan que Pantani es inocente y ha sido víctima de un complot por ponerse a la cabeza en la defensa de la dignidad de los ciclistas, y los que claman por la culpabilidad del Pirata y porque su condena de perder el Giro sirva de ejemplo a los demás.
Mientras, el ciclista -tal vez ya ex ciclista- rumiaba su amargura en su chalé de Cesenatico. Seguro que él no pudo dormir. Todo el pueblo se solidarizó con su drama. La bicicleta fue el arma. Los habitantes de la villa costera y turística (los que no habían acudido a Aprica a celebrar otra jornada memorable), se lanzaron a las calles en bicicleta en señal de protesta.
Pantani lo vio desde la ventana, o cuando salió a pasear al jardín. Sólo un rato. Desde que llegó en el Citroën Xantia de color gris con el que había salido desde Madonna di Campiglio, casi no se ha enfrentado con el mundo exterior. El pueblo que hace una semana festejaba la llegada de la caravana del Giro, expresaba ayer su resentimiento contra el ciclismo, que tanto les ha dado y tanto les ha quitado. La panineria de sus padres, que suele atender su hermana Manola, permanecía cerrada. Por duelo, se supone.
En la ruta de la última etapa del Giro, ayer por la mañana, se repetían las pancartas de ánimo hacia Pantani y de repulsa hacia no se sabe quién. Porque el aficionado de a pie cree que se ha hecho daño a Pantani y al ciclismo, pero no acierta a señalar un culpable.
Tal vez lo está buscando ahora la policía. Se han aficionado los jueces a entrometerse en asuntos deportivos y en Italia parece extenderse la moda de Francia, aunque a un nivel inferior. El presidente del jurado internacional de la Unión Ciclista Internacional (UCI), el español Josep Bochaca, no gana para sustos en la presente edición del Giro. Como muchos, ayer, con el final de la última etapa en Milán, respiró hondo antes de emprender viaje de regreso a su casa.
El último se lo dieron los carabinieri de Madonna di Campiglio, después de que el magistrado sustituto de Trento, Bruno Giardina, decidiera actuar de oficio «para verificar que los análisis de sangre de Marco Pantani se llevaron a cabo de acuerdo con los procedimientos regulares y preservar, en su caso, el honor de las personas».
El sábado, los policías se presentaron en el hotel donde estaba alojado el jurado del Giro y procedieron a requisar los documentos relativos a los análisis. Bochaca no puso ninguna pega y colaboró en la investigación.
De la misma forma, ya que las muestras de sangre se habían enviado ya al hospital de Como, el juez envió en helicóptero a varios miembros de la compañía de carabinieri de Riva di Garda, de la cual dependen los policías de Madonna di Campiglio, al citado centro sanitario para solicitar la sangre de Pantani y evitar «posibles manipulaciones». Después, se efectuó un contraanálisis en Parma, cuyos resultados se darán hoy a conocer.
Giardina ha estado coordinado durante los últimos años, una encuesta sobre la elaboración de plasma y el comercio de hemoderivados en toda Italia.
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