GIRO 2023
Entre juventud y veteranía

JON RIVAS
La juventud no hace caso a los mayores, no respeta a la autoridad. Esas palabras se podrían aplicar a la nueva camada de ciclistas que pululan por las carreteras y que no se cansan de ganar; que creen haber desplazado a las generaciones que iban por delante. Remco Evenepoel es uno de esos casos de jóvenes que no hacen caso a los mayores, que no respetan a la autoridad. Sin embargo, no es algo nuevo. De hecho, la frase la pronunció Sócrates, el filósofo griego, hace casi 2.500 años, que murió bebiendo cicuta para cumplir la sentencia de muerte a la que había sido condenado y que desestimó eludir.
Remco tampoco trata de eludir su destino, lo busca, aunque a veces sea perjudicial para lo que persigue: ganar el Giro de Italia. Por eso no respeta a la autoridad, ni a los mayores. Los desafía en cada pedalada, pero no siempre consigue sus objetivos, porque los mayores tienen otras armas, se agarran a recursos que se van aprendiendo con los años y con la experiencia. Primoz Roglic, Geraint Thomas, y en cierta medida, Teo Geoghegan Hart, la tienen. El tercero, no hay que olvidarlo, ya ha ganado un Giro de Italia, que no es cuestión baladí, ni mucho menos.
Después de la decepción del Gran Sasso de Italia, no se sabía cuál podía ser la reacción entre los jóvenes y los veteranos que aspiran a ganar el Giro. En principio, se encomendaron todos a la fuga que se formó con trece ciclistas, entre los que destacó el poder de Ben Healy, otro de esos chicos con poca edad y experiencia, pero con mucha clase y pólvora en las piernas. Con 22 años dejó sentados a todos sus acompañantes, y en la primera subida a Los Capuchinos, con 50 kilómetros por delante, ya daba la impresión de que la etapa podía ser suya. Eso ocurrió: el ciclista irlandés consiguió en Fossombrone la primera victoria relevante de su carrera.
Mientras la celebraba, unos kilómetros por detrás, también en la ascensión a Los Capuchinos, se cocía el desenlace entre los aspirantes, jóvenes y mayores. Tomaba la cabeza el Ineos de Thomas y Geoghegan Hart, y seguía por detrás el Jumbo de Roglic. Algo vio el esloveno, que aceleró y cogió ventaja. Algo vieron Geraint y Teo, que siguieron su estela. También trató de hacerlo Remco Evenepoel, pero se comportó como un juvenil, que lo ha sido hasta hace poco, y no midió sus fuerzas. Ya van unos cuantos días de carrera y las piernas no están intactas. Los más veteranos saben administrar y hacer caso a sus sensaciones; Remco está todavía en edad de aprender, y se le quemó el motor. No mucho, pero lo suficiente para que los más experimentados alcanzaran 15 segundos de ventaja en lo alto del puerto, que sólo era de cuarta categoría pero tenía rampas del 19% de pendiente, y se lanzaran en el descenso. No aumentaron la diferencia, pero se conjuntaron para mantenerla. Los 14 segundos en la meta no son un contratiempo, pero sí un baño de realidad para Evenepoel, que sigue aprendiendo y progresa adecuadamente, pero sabe que no todo en el ciclismo son las piernas. Que la experiencia es muy importante, y la cabeza, también.
