FÚTBOL
Franco, la leyenda

JON RIVAS
Hace unas semanas falleció en Murcia el ex árbitro internacional Ángel Franco Martínez, que pitó dos partidos en el Mundial de Argentina y fue el encargado de dirigir la abrupta final de Copa entre el Athletic y el Barcelona, en 1984, el penúltimo título copero que ganaron los rojiblancos. En la prensa deportiva, y también en la de información general, se han publicado un buen número de notas necrológicas y obituarios en los que se destaca que el colegiado murciano fue el origen de que a los árbitros de fútbol en España se les nombre con los dos apellidos. No hay información referente al fallecimiento de Franco Martínez que no incluya esa cuestión.
Sin embargo, no existe ni un mínimo de verdad en esa afirmación, que indica que en 1970, con motivo del Proceso de Burgos en que varios miembros de ETA fueron condenados a muerte y posteriormente indultados, una orden del régimen franquista obligó a los medios de comunicación a denominar a los árbitros con el doble apellido para evitar titulares que apuntaran a que “Franco fue un desastre”, o “Franco es muy malo”, por decir algunos ejemplos.
No se trata de que las informaciones se hayan tratado sin rigor, sino que la leyenda de que eso sucedió así, viene arrastrándose desde hace décadas, sin que ni siquiera la palabra del aludido, que lo negó de forma vehemente en varias entrevistas, y en conversaciones privadas con periodistas, haya servido para deshacer el entuerto.
Los árbitros no se llaman por los dos apellidos desde 1970 por una orden franquista. La costumbre se adoptó años después de que muriera el dictador, ya en plena democracia, cuando denostar a Franco no era delito, y posiblemente, porque desde décadas atrás, a los árbitros cuyo primer apellido era muy común, como Martínez, Sánchez o López, el mismo Colegio de Árbitros les colocaba el segundo apellido detrás, porque resultaba frecuente que hubiera varios que se apellidaran igual.
Basta con repasar los periódicos de los años sesenta y setenta, las crónicas de los encuentros, publicadas en la prensa, para comprobarlo. En la temporada 1960/61, pitaban en Primera División, entre otros, Novella, Gardeazabal, Lacambra, Castiñieiras, Rey, Asensi, Birigay y Marrón, pero también Ruiz Casasola, Gómez Contreras, Gómez Arribas o Giró Fiol; es decir, algunos con un apellido y otros con dos.
Y así sucede en los años posteriores. Resulta significativo repasar las informaciones del periódico murciano La Verdad, que en una nota publicada el 9 de enero de 1963, da la relación de árbitros designados para la siguiente jornada en Primera Regional. Se puede leer: “Cehegin-Muleño, Franco Martínez”. Es decir, el protagonista de esta historia ya era conocido, cuando ni siquiera pitaba en categoría nacional, y por tanto no acaparaba titulares, por sus dos apellidos, mucho antes de que, supuestamente, los rectores del franquismo, “obligaran” a los medios de comunicación a escribirlo así.
Hay otra noticia, del mismo diario, en la que, el 21 de julio de 1968, informa de los ascensos y descensos de los árbitros en las categorías superiores. El titular de la noticia dice: “Cerezuela, en la lista grande de Primera División”. Con un apellido, el árbitro de Murcia era destacado en el periódico de su región. Pero yendo al subtítulo, la redacción es significativa: “Otro murciano, Franco Martínez, en la de Segunda”. Otra vez con dos apellidos y dos años antes de la consigna que, según se apunta ahora, dirigió el régimen para obligar a los dos apellidos.
Otra noticia más, esta vez dolorosa para el Athletic, o su filial, más concretamente. Es del 22 de junio de 1969, y el titular reza: “El Orense ya está en Segunda División. Venció también en San Mamés (0-1)”, y subtitula: “Fue superior al Bilbao Atlético de principio a fin”. En la ficha del partido dice: “Dirigió el encuentro el colegiado murciano señor Franco Martínez, con errores, pero que no influyó en absoluto en el resultado del partido”. Unas semanas después fue ascendido a Primera División.
Pero habrá quien diga que lo de los dos apellidos en Primera por obligación es de 1970. Pues bien, repasadas las crónicas de los periódicos de la época, da la sensación de que, o bien esa instrucción nunca llegó a producirse, o que los medios de comunicación se la saltaron a la torera, porque en 1971, por ejemplo, los periódicos hablaban de Balaguer, Orrantia, Carreño, Martín Álvarez, Urrestarazu, Soto Montesinos, Ortiz de Mendibil, Pintado, Oliva, Pascual Tejerina, Sánchez Ibáñez, Medina Díaz, Saiz Elizondo, Martínez Banegas, Vilanova y Santana. Además, claro, de Franco Martínez. Es decir, algunos se nombraban con dos apellidos, otros solamente por uno. La misma costumbre que en los años anteriores. En 1973 estaban Tomeo, Olavarria, Segrelles, Urrestarazu, Carrera, Orellana, Rigo o Forés, además de Guruceta, que ya muerto Franco, comenzó a conocerse como Guruceta Muro. En 1975, año de la muerte del dictador, en la nómina de colegiados que manejaba José Plaza Pedraz, conocido como árbitro simplemente como Plaza, figuraban Olavarria, Acebal –al que en plena democracia se le descubrió su segundo apellido Pezón–, Carrera, Tomeo o Guruceta, además de otros con dos apellidos.
La leyenda urbana sobre Franco Martínez ha sobrevivido al personaje, aunque, a la vista de los datos, se pueda decir que esa mentira no es verdad.
