ATHLETIC
¿Y Llorente, qué?
JON RIVAS
Mencionar a Fernando Llorente Torres en algunos círculos rojiblancos, levanta ampollas, propicia voces elevadas y sugiere ruptura de carnets, aunque ahora no sea tan fácil hacerlo por eso de que son de plástico duro. Llorente eleva la crispación entre quienes siguen pensando que el Athletic es un club de valores únicos e inequívocos, que el orgullo está por encima de todo, y que la ética tiene que poner límites a ciertas cuestiones. Pero aquí llega la primera gran contradicción de quienes están poniendo el grito en el cielo ante la sola mención de que Fernando Llorente pueda regresar al Athletic. ¿Cómo se entiende que se puedan exigir esos valores sólo en un sentido y no en el otro?, ¿quién puso pie sobre pared y dijo, señores, hasta aquí hemos llegado, cuando el club depositó la cláusula de rescisión de Iñigo Martínez y el jugador cambió la Real por el Athletic? No detecté entonces, ninguna reacción en ese sentido. Hubo algunas referentes a la idoneidad del jugador, de su adaptación al equipo, y de sospecha porque en el pasado hubiera proclamado amor eterno a su anterior equipo, pero nadie reclamó al club que no fichara a un futbolista que estaba claramente “traicionando” a otro equipo, o lo que es lo mismo: lo que no quieres para ti, no lo quieras para los demás.
Si los que reclaman al club rojiblanco que no traiga a Llorente porque traicionó en su día al Athletic, deberían también exigir en Ibaigane que nunca jamás contrate a un futbolista como Ibai Gómez, que le dijo al Alavés que no iba a renovar –lo mismo que Llorente–, y se puso a negociar con el Athletic, –lo mismo que Llorente con el Juventus–, claro que en el Alavés comprendieron la situación, fueron más prácticos y negociaron un traspaso. Como el Eibar con Ander Capa, por cierto, porque quien se crea que renovó porque sí con su anterior equipo, es que se chupa el dedo. Los que se empeñan en ejemplarizar con Llorente: podrían haberlo hecho también con Dani García, que era capitán y alma del Eibar, y decidió no renovar por su equipo para fichar por el Athletic. ¿Que Llorente le debía mucho al Athletic?, sí, desde luego, pero tal vez no tanto como le debía Dani al Eibar, con el que jugaba en Segunda B.
Pero es el fútbol, y hay que entenderlo. Como se entendió en su día que Peru Nolaskoain fichara por ese Athletic de valores inmutables que tenía como guía y guardián a Josu Urrutia, pese a haber insultado gravemente a su ahora compañero de vestuario Aritz Aduriz, y por extensión a todo el club bilbaino y sus seguidores. En términos estrictos, ficharle fue una contradicción con los valores del club, pero en este deporte, las contradicciones están a la orden del día, forman parte del juego. Aduriz y el Athletic perdonaron en su momento a Nolaskoain y la grada –cuando debutó en San Mamés–, lo recibió con calor, como debe ser.
Si Llorente llega de nuevo al Athletic, debería ser sólo por cuestiones deportivas; porque la dirección técnica y el entrenador así lo consideran, y la directiva de Elizegi observa viable la operación. Es cierto que muchos debates sobre el presunto regreso del futbolista, mezclan el rechazo fundamentalista con el rendimiento deportivo, y al revés: nadie está libre de tirar la primera piedra. Quienes están en contra de su regreso por cuestiones filosóficas y de orgullo, aluden también a su edad, a su escaso protagonismo en el Tottenham y a su coste económico, lo que plantea la segunda contradicción de sus detractores: ¿Quiere eso decir que si tuviera 29 años, hubiera metido 35 goles la última temporada y fuera titular indiscutible sí debería regresar?
Eso es volver a los principios de Groucho Marx. Si no gustan, tiene otros, porque cuando una posición ética es firme, como la de pensar que el Athletic no debe pagar a traidores, no hace falta apoyarse en la pata deportiva, ¿o acaso temen quienes así lo hacen, que Llorente irrumpa con fuerza, marque media docena de goles en un puñado de partidos, y los argumentos sobre la coherencia y los valores éticos se derrumben en medio del clamor de la grada de San Mamés? Porque seremos un club único, con valores inmutables, muy orgullosos de lo nuestro, pero cuando la pelotita entra, nos volvemos locos, como los demás, que al fin y al cabo, aunque algunos piensen lo contrario, el fútbol sólo es un juego, la cosa más importante entre las cosas no importantes, y no se debe perder la perspectiva.
Si vuelve Llorente, lo mejor será perdonar, olvidar y apoyar. Si no regresa, seguiremos con lo que tenemos, que no es poco.