TOUR 2021
La tonta del cartel
TOUR DE FRANCIA / PRIMERA ETAPA
BREST / LANDERNEAU (197,8 Kms.)
GANADOR: JULIAN ALAPHILIPPE LÍDER: JULIAN ALAPHILIPPE
Dicen que Locronan, en la Bretaña, es uno de los pueblos más bonitos de Francia; que para conservar la esencia de sus barrios medievales, a la sombra de su iglesia del Priorato, de estilo gótico flamígero, sus autoridades no permiten circular coches por su empedrado, no se pueden sacar a la vista antenas o cables eléctricos. Sin coches, tampoco hay semáforos, ni señales de tráfico. Sólo el Tour tiene bula para quebrantar esas prohibiciones, porque el Tour es lo más grande para cualquier pueblo francés como Locronan, paraíso de la tarta de harina, mantequilla y azúcar denominada kouing amann en idioma bretón, que tanto colesterol habrá producido a lo largo de su historia. Por Locronan pasó la carrera el primer día del regreso a la normalidad del Tour, otra vez en sus fechas de toda la vida, con mucho público en las cunetas, muchísimo, que a veces es un peligro, como se vio kilómetros después de Locronan.
Era una etapa en la que Van der Poel intentaba homenajear a su abuelo, Raymond Poulidor. Su equipo vistió los colores morado y amarillo que lució durante gran parte de su carrera el equipo Mercier, que patrocinaba una marca de bicicletas, que en los últimos años de Poupou se unió a la casa de seguros Gan. El corredor neerlandés pretendía vestir el maillot amarillo después de la muerte de su abuelo, una prenda que el gran corredor francés de los años sesenta y setenta no consiguió ponerse nunca, aunque hasta hace muy pocos años, como embajador de Credit Lyonaiss, Poulidor vistió de amarillo todos los días durante una veintena de tours.
El cuatro veces ganador del Tour, Chris Froome perdió 14 minutos y 37 segundos después de la caída en la que se vio implicado, y se despide de la victoria. Marc Soler llegó a la meta por delante del coche escoba, último, a 24,38m, y con la muñeca dañada, por lo que su salida en la segunda etapa es muy dudosa
También la turista alemana, o luxemburguesa, o de dónde quiera que fuese, ya que la organización no pudo localizarla porque huyó del lugar de los hechos, quería homenajear a sus abuelos. La tonta del cartel empezó a estropear la primera etapa por intentar salir en la tele y tener sus diez segundos de gloria. Ya los tiene, aunque tendrá que reprimir sus ganas de contarle a todo el mundo que la insensata del chubasquero amarillo y el cartón en el que decía «adelante abuelo y abuela» era ella, porque está en búsqueda y captura para el Tour, que la ha denunciado aunque nadie sepa, por ahora, quién es. Pero esa mujer, que podría haber sido un hombre perfectamente, sólo representa lo que pasa en un mundo en el que un «me gusta» o un selfie es más importante que lo importante. Posiblemente llevaba en ese punto, en el que se cruzó con su cartón por delante de Toni Martin, unas cuántas horas, y lo que menos le importaba era ver a los ciclistas, animarlos, aplaudir. Lo que quería era salir en la tele, y vaya que ha salido. Por la tonta del cartel, la que le estropeó la tarde a unos cuántos ciclistas que no se esperaban algo así.
Porque la otra caída, que se produjo unos kilómetros después, siendo tal vez más grave, es una parte de los gajes del oficio de los corredores, que están expuestos a ello, que saben que se juegan mucho, y que las etapas del comienzo del Tour son muy traicioneras. Por eso es más inexplicable la actitud de algunos espectadores. Ya de por sí es un trabajo de riesgo montar en una bicicleta a cincuenta kilómetros por hora, rodeado de colegas que van pegados a ti a la misma velocidad, como para que encima aparezca la tonta del cartel y te estropee el día.
No lo consiguió con Julian Alaphilippe, un ciclista mayúsculo, herido también en la caída de la tonta del cartel, con sangre en las rodillas, pero mucha más en las venas, para intentar y lograr un ataque de muy lejos, con la carretera empinada. Algo tiene haber sido padre, parece, para sacar todo el talento que tiene uno dentro. Le pasó a Jon Rahm hace unos días en el Open USA de golf, que terminó con dos hoyos magistrales y su hijo Kepa en los brazos. Le ha pasado a Alaphilippe, con Nino, su pequeño, del que se ha separado unos días para ir a la oficina vestido de arcoiris. Pidió su permiso de paternidad en la Vuelta a Suiza, que abandonó para verlo nacer, y se ha reincorporado con el jersey amarillo. Es un espectáculo ver al francés en acción, observar sus últimos kilómetros en el hoyo del lobo.
El Tour empieza bien. Salvo por las caídas, y las tontas, y los tontos, del cartel.